“La muerte no se opone a la vida,
la
muerte está incluida en nuestra vida”.
Escrita en 1987,
la novela de Haruki Murakami supo ganarse, justamente la fama y predilección de
la juventud japonesa. Aunque en un principio este éxito molestó al autor, es
evidente que es una de las novelas mejor logradas de las letras japonesas contemporáneas.
Ambientada en los años sesenta en Tokio, “Tokio Blues” da cuenta de los años de
estudiante de Toru Watanabe y de sus relaciones con dos mujeres que marcaron su
historia, que ahora cuenta en retrospectiva desde un aeropuerto en Alemania,
Naoko y Midori. La primera es una joven de frágil salud mental revestida de un
halo de sensualidad y, la segunda, una muchacha extrovertida, cariñosa y, en
ocasiones, delirante.
El tema de la novela trasciende los
temas de la pérdida y la sexualidad, explorando el amplio potencial simbólico
del que Murakami es capaz. Las alusiones a “El gran Gatsby” y la “Montaña
mágica” constituyen un microcosmos narrativo en que los referentes literarios
juegan un papel fundamental: la constitución de una bruma simbólica que reviste
cada página de la novela. La muerte es vista como un desarrollo natural de la
vida, un espacio en que el individuo queda anclado por siempre, sin jamás
volver a envejecer. La sexualidad está revestida de la sombra fatídica de la
muerte, como si no pudiesen desligarse la una de la otra, pues cada encuentro
sexual tiene detrás la oscura presencia de alguien que ya no ocupa lugar en el
mundo.
La novela de Murakami es una bella
representación de la soledad humana, de un vacío existencial ligado a la
nostalgia que produce el recuerdo. Si bien ha sido recibida con aplausos por la
crítica occidental, se separa de la normativa de la narrativa japonesa, hecho
que ha producido hondo sinsabor en los lectores del país naciente. No obstante,
como señalo arriba, la novela ha sabido abrirse paso en las lecturas de la
juventud japonesa, pese a su evidente relación con la cultura occidental. “Tokio
Blues” constituye un gran acierto en la narrativa contemporánea y atrapa con
facilidad la atención del lector. Murakami demuestra con virtuosismo su derecho
a ocupar el lugar que ocupa en el universo de las letras.
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