viernes, 2 de noviembre de 2012

Un lugar llamado Oreja de Perro


<< No importa que el gato sea blanco o negro
con tal de que cace ratones>>.
Den Xiaoping


La novela de Iván Thays, finalista Premio Heralde de Novela 2008, es la historia de una carta no escrita. Un periodista se ve obligado a cubrir la visita del presidente a un poblado peruano llamado Oreja de Perro. Allí se enfrentará a los laberintos del recuerdo. El hilo de la memoria sólo conseguirá extraviarlo entre los oscuros recovecos de las imágenes que componen su pasado: su hijo muerto, la esposa que lo ha abandonado y a la que no puede escribirle una carta de respuesta. El lenguaje de los espectros es el único registro de sus vicisitudes. En el pueblo entretejerá relaciones con seres que acaba de conocer y fantasmas del pasado que configuran su existencia. Así, un amnésico que aprende chino, un fotográfo cínico y una indígena embarazada con dones de vidente se convertirán en metáforas del comportamiento humano y reflexiones sobre su vida misma.
            Las estrategias del recuerdo, las fotografías físicas y mentales que almacenamos en la atropellada existencia humana, confluyen con un muestrario de lugares comunes revestidos de nuevos y complejos significados. La incapacidad de cargar con el peso de los días, la tortuga que lleva a su lomo su casa y su armadura es el personaje principal de la novela: un periodista que usa su pasado para protegerse de los días, pero cuyo peso lo agobia y le impide seguir el ritmo normal de la vida humana.
            La novela de Thays es una excelente referencia a la nueva narrativa peruana. Abandonando el registro naturalista, Un lugar llamado Oreja de Perro es una novísima experiencia de lectura, donde el pasado y el presente confluyen sin poder discernir de cuál de ellos renunciar. Alabado por Vargas Llosa y Bryce Echenique, entre otras celebridades del ámbito literario, Thays se perfila como uno de los nuevos y más importantes de la literatura latinoamericana contemporánea.

martes, 16 de octubre de 2012

Factotum


Baby," I said, "I'm a genius but nobody knows it but me.”
Henry Chinaski
La segunda novela del escritor norteamericano Charles Bukowski, publicada en 1975, narra las vicisitudes que atraviesa Henry Chinaski, el alter ego de Bukowski, mientras oscila de un trabajo mediocre a otro, mientras lidia con su alcoholismo y las salvajes relaciones sexuales que comparte con amantes ocasionales. La novela está divida en capítulos cortos y se sitúa entre los finales de la Segunda Guerra Mundial y los meses que la sucedieron. Chinaski es rechazado por el ejército norteamericano por razones de su estabilidad mental y, por tanto, puede andar a sus anchas a través de Estados Unidos mientras rebota de un trabajo a otro, lidiando con sus problemas con la bebida, la violencia y las mujeres.
            Quizás uno de los temas más importantes de la novela es lo concerniente a la escritura. Chinaski está constantemente preocupado por ser publicado, pero sistemáticamente es rechazado por los editores de las revistas a las que envía sus trabajos. Parece como si la única actividad en la que Chinaski es disciplinado es precisamente la de escribir, mas, como recuerda Chinaski a lo largo de la narración, cualquier persona que sabe leer y escribir puede ser escritor. Paradójicamente la única vez que Chinaski trabaja para un periódico es limpiando los baños y pasillos del edificio.
            La novela de Bukowski se ha convertido en una lectura de culto desde su aparición, en ella aparecen configurados los temas recurrentes de la prosa del escritor norteamericano. Los capítulos cortos permiten una lectura veloz e interesada de sus páginas. No obstante a su narración escatológica, la crudeza con que retrata los actos tabú de la sociedad de occidente y el lenguaje en ocasiones burdo y violento, la novela de Bukowski resulta en una fascinante lectura, en una divertida sátira de la sociedad occidental. 

domingo, 15 de julio de 2012

Sostiene Pereira



“La literatura parece ocuparse sólo de fantasías,
pero quizás diga la verdad”



Antonio Tabucchi, quien murió hace unos pocos meses, escribió esta novela en 1994. En ella un editor cultural de un diario vespertino se encuentra con un peculiar personaje que revoluciona su aburrida vida, Monteiro Rossi. Pereira es un viejo obeso cuya esposa murió hace poco, dejando tras de sí un retrato con el que el periodista dialoga por las noches, expresándole sus problema y turbaciones. Rápidamente la llegada de Rossi desestabiliza el modo de vida de Pereira, tornando una narración lenta e introspectiva en una prosa acelerada donde los eventos se suceden en tropel y el periodista se ve en la necesidad, por primera vez tras la muerte de su esposa, de enfrentar sus miedos y pararse en firme.
            “Sostiene Pereira” está ambientada en el Portugal de Salazar de 1938. Tabucchi posee un talento para recrear una época en la que Europa se encontraba sitiada por el terror del fascismo, por la persecución del pueblo judío y la paranoia social. Pereira significa, en portugués, peral y, como recuerda Tabucchi en el prólogo a la décima edición italiana, los nombres portugueses de los árboles frutales provienen del hebreo. Este guiño es un homenaje al pueblo exterminado años después de que la novela sucediera. No obstante, leer la novela en clave social o política es un desatino, pues Tabucchi presenta hondas reflexiones sobre el carácter humano que no pueden pasar desapercibidas.
            La novela de Tabucchi es una bella reflexión sobre la espiritualidad humana, una espiritualidad que trasciende las religiones o la psicología. Una espiritualidad que nace del nudo en el estomago, hecha carne. Si es la primera vez que se entera de Tabucchi. “Sostiene Pereira” es un buen punto de partida. Ágil, coherente, bella. Una excelente novela que nos dejó un excelente escritor, a quien en el año de su muerte recordamos con cariño.

jueves, 12 de julio de 2012

Fondoblanco



 
“¿Cuál rumbo? Si acaso rumba, pero ya se me olvidó”


La ópera prima de Alejandro Arciniegas Alzate, ganadora de la primera convocatoria de Estímulo del Ministerio de Cultura a Editoriales Independientes en el 2008, difícilmente es una novela. Si bien mantiene un afán prosaico a lo largo de su atropellado devenir, al narrar las peripecias del joven bazuquero Chaz, la falta de una trama, de un giro, de una historia (además de la inclusión cuestionable del guion cinematográfico y una suerte de ensayo como prefacio), dificultan la acción de catalogar el libro. No obstante ello no desvirtúa el hecho de que tenemos ante nosotros una obra experimental, de carácter delirante, única en su especie.
            La novela presenta al bazuco como la frontera más allá. La droga por encima de las drogas, la droga que inspira temor ante los mismos toxicómanos. Y ¿cómo no? si como nos recuerda su narrador esa droga es para indigentes. La “novela” (utilizo la palabra por comodidad y las comillas por necesidad) se encarga de presentar en una atropellada carrera prosaica las vicisitudes del joven consumidor de estupefacientes. Las observaciones casi metafísicas que se alcanzan durante el “viaje” o el “video” son la columna vertebral de esta obra inarticulada, como si la novela misma fuese un fuerte alucinógeno, una droga que despierta un impulso de adrenalina en el lector.
            El libro no es necesariamente bueno. Aunque la novela de drogas ha sido ampliamente explotada por los novelistas de los últimos sesenta años, el acierto de “Fondoblanco” radica en ser la primera en hablar de frente sobre los efectos de la droga más temida de Bogotá. Quizás a veces sólo queda allí. O es que mi falta de familiaridad con este tipo de sustancias me privó de una lectura más completa. De cualquier manera, “Fondoblanco” constituye un buen primer paso en la carrera narrativa de Arciniegas, una interesante propuesta estética sobre el vicio, único rey de la noche bogotana.  

martes, 10 de julio de 2012

La ciudad ausente




“Un cuerpo es un cuerpo, sólo las voces sirven para amar”

Publicada en 1992, “La ciudad ausente” constituye una de las columnas vertebrales de la narrativa de Ricardo Piglia. En la novela del argentino Junior, hijo de ingleses y periodista, se dedica a rastrear la creación de una máquina que el gobierno Argentino busca clausurar. La máquina constituye la máxima creación de Macedonio Fernández y es un artificio que manipula el lenguaje, un artificio que crea y modifica historias en un afán de entenderse. La novela resulta en un híbrido entre la narrativa experimental y los elementos básicos de la novela policíaca, con un registro acertado y veloz que se aproxima a la realidad del lenguaje hablado por encima de la prosa de ficción. La historia de amor entre Macedonio y su máquina es el elemento fundamental que sirve como motor a la historia.
            Uno de los mayores aciertos de la novela radica en su efectiva manipulación de los referentes literarios. Valiéndose de “Museo de la novela de la eterna”, de Macedonio Fernández, como pilar fundamental, Piglia se refiere con eficacia a la narrativa del siglo XX argentino: Borges, Bioy Casares y Arlt se convierten en un elemento más de la ficción de Piglia, jugando un papel fundamental en la novela. Así mismo el Finnegans Wake de Joyce es utilizado como pieza clave de la apuesta lingüística de Piglia.
            “La ciudad ausente” es, sin duda, una de las piezas más interesantes de la narrativa argentina contemporánea. A veces densa y compleja, no deja de sorprender al lector en cada guiño, cada acción, cada vuelta de tuerca. Si bien no es un libro para cualquier persona y requiere de un mínimo de conocimiento sobre la lingüística y la narrativa argentina del siglo XX, vale la pena intentar zambullirse en la complejidad de su prosa, aparentemente sencilla, que esconde en cada una de sus líneas un significado simbólico una alegoría que constituye una interesante apuesta por el lenguaje.

lunes, 9 de julio de 2012

La presa


Publicada en 1953 y merecedora en 1958 del premio Akatanawa, la novela corta de Kenzaburo Oé narra la historia de un niño habitante de un pequeño poblado japonés, durante la Segunda Guerra Mundial, cuya vida se transforma en el momento en que un avión del ejército norteamericano se estrella en un bosque cercano. El piloto, un soldado negro inmenso, sobrevive y es apresado por los habitantes del pueblo y encadenado en el sótano del joven que cuenta la historia. El narrador se convierte en el custodio del negro y es admirado por los niños de la aldea por ser el único merecedor de interactuar con el cautivo.
            “La presa” es una novela corta de exquisita precisión, la delicadeza de la pluma de Oé es capaz de retratar con crudeza los eventos que suceden con una tranquilidad que se acerca a lo sagrado. El negro, ―el otro―, ocupa el lugar de lo sagrado. Su virilidad casi animal se convierte en objeto de culto en la aldea, así como el fuerte hedor que despide su piel es una cualidad casi divina, un atributo que lo diferencia de los demás habitantes. Oé es pertinente en su estilo al retratar los eventos que se despiertan en la aldea con la llegada del negro. La crudeza y la mitificación de lo deforme, de lo que se sale de la normativa,  juegan un papel central en la obra.
            La novela de Oé es un excelente recorrido sensorial, un eficaz juego entre lo sagrado y lo animal, una virtud en la apreciación del escritor. La novela recrea vívidamente el poblado en el que creció el autor a la vez que da cuenta de los oscuros sucesos que se desencadenaron en Japón una vez estalló la Segunda Guerra Mundial. El negro de “La presa” es un ser anormal en el escenario en que se encuentra y, por tanto, se le eleva a la calidad de dios. Una excelente novela de corta extensión para leer con avidez.