“Un cuerpo es un cuerpo, sólo las
voces sirven para amar”
Publicada en
1992, “La ciudad ausente” constituye una de las columnas vertebrales de la
narrativa de Ricardo Piglia. En la novela del argentino Junior, hijo de
ingleses y periodista, se dedica a rastrear la creación de una máquina que el
gobierno Argentino busca clausurar. La máquina constituye la máxima creación de
Macedonio Fernández y es un artificio que manipula el lenguaje, un artificio
que crea y modifica historias en un afán de entenderse. La novela resulta en un
híbrido entre la narrativa experimental y los elementos básicos de la novela
policíaca, con un registro acertado y veloz que se aproxima a la realidad del
lenguaje hablado por encima de la prosa de ficción. La historia de amor entre
Macedonio y su máquina es el elemento fundamental que sirve como motor a la
historia.
Uno de los mayores aciertos de la
novela radica en su efectiva manipulación de los referentes literarios.
Valiéndose de “Museo de la novela de la eterna”, de Macedonio Fernández, como
pilar fundamental, Piglia se refiere con eficacia a la narrativa del siglo XX
argentino: Borges, Bioy Casares y Arlt se convierten en un elemento más de la
ficción de Piglia, jugando un papel fundamental en la novela. Así mismo el Finnegans Wake de Joyce es utilizado
como pieza clave de la apuesta lingüística de Piglia.
“La ciudad ausente” es, sin duda,
una de las piezas más interesantes de la narrativa argentina contemporánea. A
veces densa y compleja, no deja de sorprender al lector en cada guiño, cada
acción, cada vuelta de tuerca. Si bien no es un libro para cualquier persona y
requiere de un mínimo de conocimiento sobre la lingüística y la narrativa
argentina del siglo XX, vale la pena intentar zambullirse en la complejidad de
su prosa, aparentemente sencilla, que esconde en cada una de sus líneas un
significado simbólico una alegoría que constituye una interesante apuesta por
el lenguaje.
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