Memoria
por correspondencia
“Me trataba de sucia, cochina… India salvaje.
La palabra india
era considerada de insulto.”
Emma
En 2012 Laguna
Libros publicó las cartas que la pintora colombiana, exiliada en Paris, Emma
Reyes le escribiera a su amigo Germán Arciniegas. Fue la voluntad de la artista
que éstas no vieran la luz sino hasta que ella hubiera fallecido. La
correspondencia cuenta la historia de la primera infancia de Emma Reyes,
signada por la pobreza, el hambre, el rechazo y fealdad. La prosa poderosamente
evocadora del testimonio, la pericia con la que son concatenados los eventos
que le sucedieron a la artista y la memoria prodigiosa para traer al presente
reflexiones infantiles le merecieron a esta novela epistolar el reconocimiento
del libro del año en Colombia.
Probablemente uno de los más
importantes rasgos de Memoria por
correspondencia es la completa falta de pedantería y patetismo. En efecto,
en el libro la artista se esgrime como la niña que fue y no hay una
prefiguración heroica en la manera en que se enuncia. Así, con perfecta
naturalidad, Emma Reyes describe terribles episodios como el intento de
violación de un enfermo mental en Fusagasugá, o las burlas y rechazos que
recibió en el convento donde fue a parar y del que termina escapando.
La historia de Emma Reyes no sólo se
inscribe en una de las más bellas reflexiones en torno a la niñez que se han
producido por plumas colombianas, sino que es también un exquisito testimonio
de los primeros años del siglo XX en Colombia. Sin diatribas ni
arrepentimientos, la prosa de la artista colombiana es precisa y pulcra. La
facilidad del lenguaje convierte a Memorias
por correspondencia en un libro de fácil lectura, accesible a todas las
sensibilidades estéticas y ampliamente aprovechable desde cualquier formación.
Un exquisito testimonio de las letras colombianas del siglo XX que,
afortunadamente, ha sido rescatado.
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